Se pone, pues, en funcionamiento la maquinaria. Rafael Granizo presenta un guion sobre los últimos días de vida del personaje (contado en modo flash-back, donde un grupo de mujeres relatan lo acontecido en Jerusalén y enlazan una escena con otra), así como la escenificación que tiene en su cabeza para llevarlo a cabo.
El texto viene preparado para que los participantes puedan meterse en la piel de los distintos personajes que engloban el reparto; haciendo suyos sus emociones, sentimientos, temores, angustias… y esto solo se consigue con la magia del teatro en directo.
Para conseguir tal fin, se recurre a Mariví de la Mata (Directora Profesional de Teatro), que inmediatamente comienza a trabajar en la preparación de un casting para asignar cada personaje y en perfilar las interpretaciones de cada uno de los elegidos.
El lugar donde enmarcar dicho proyecto, tratándose de Brunete, se presenta solo; nuestra querida Plaza Mayor. Un marco inigualable, declarada Bien de Interés Cultural (BIC), y acompañada por la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, cuya torre adquiere gran protagonismo a lo largo del espectáculo.
Su granito envolverá a los Nazarenos (así se hace llamar todo el que actúa, colabora y trabaja por este sueño) en las noches de ensayo, los lunes y jueves, durante los meses de más frío; al igual que encontramos a nuestro público más fiel, las cigüeñas, que ocupan los tejados y nos regalan su crotorar, el cual se puede escuchar en varias ocasiones durante la representación, proporcionando ese halo de misterio previo a los acontecimientos que se suceden.